La expulsión del afiliado Marcelo Mango de la UnTER generó la inmediata respuesta de un sector del poder político partidario, no nos extraña, es típico de las corporaciones. Lo que preocupa es que desde las entrañas del Ministerio se esté gestando un movimiento de ruptura con el aval de afiliadas/os que desconocen la legitimidad del Congreso, nuestro máximo órgano para la toma de definiciones
Mientras todavía sesionábamos, ya eran públicas una serie de expresiones adversas de integrantes del Frente Grande, basados en un total desconocimiento de la vida interna de nuestra organización, pese a que algunas formaron parte de sus filas al momento de asumir sus cargos.
Repudiamos las expresiones del Diputado Avoscan por la gravedad de las acusaciones que nos emparenta con genocidas, banalizando la parte más oscura de la historia reciente, cuyas heridas atraviesan a integrantes de UnTER, sin diferencias agrupacionales. Lamentamos que no haya tenido la misma celeridad en el reclamo cuando la falta de mantenimiento casi provoca una tragedia en una escuela de Cipolletti, su ciudad de residencia, o la falta de previsión que deja sin clases a niños y niñas de la Línea sur, para dar un ejemplo mínimo de todos sus silencios frente a situaciones complejas que afectan a las escuelas de Rio Negro.
En la misma línea, se inscriben las expresiones de la Diputa Provincial Susana Dieguez. Resulta patético su olvido de la dinámica interna del sindicato y su desconocimiento de la realidad que atraviesa a las comunidades educativas. Evidentemente tantos años haciendo usufructo de licencias distorsionan su visión de lo que sucede en las aulas, del impacto que generan en las instituciones el cierre compulsivo de cargos y la censura en los equipos directivos que obliga a dar clases sin agua, gas o con las cloacas desbordadas, situaciones que denunciamos sistemáticamente y que siempre se negó a escuchar.
Podemos entender que Adriana Puigross se sorprenda porque solo conoce la faceta académica de Mango, que jamás cuestionamos, pero entendemos que debe existir una coherencia entre la teoría y la práctica, que el ministro no respeta. A pesar que siempre menciona a Paulo Freire, Mango no es su mejor discípulo.