La escuela se vuelve cada vez más inaprensible en su problemática cuanto más se recubre de discursos administrativos, mediáticos, funerarios. Aunque en ella pasan cosas continuamente, sigue siendo un objeto esquivo, que se resiste a ser pensado: ámbito de múltiples y variadas prácticas, muchas veces permanece atrapada en un sistema de obviedades que infravalora y desaprovecha su potencial interrogador, informativo, político.